Casa Llena

Roberto Clemente, un grande entre los grandes

“Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar…”

Antonio Machado

El viernes 15 de septiembre fue celebrado el Día de Roberto Clemente en los distintos estadios donde la MLB programó encuentros. La ceremonia más especial y significativa tuvo lugar en el Estadio PNC Park la actual casa de los Piratas de Pittsburgh, el equipo en el que el puertorriqueño hizo su carrera en las Grandes Ligas. Por lo que antes de iniciar el referido encuentro hijos del icónico jardinero derecho, Luis y Roberto lanzaron en forma sincronizada sendas primeras bolas del partido en el que los jugadores de los locales Piratas y los visitantes Yankees saltaron al terreno de juego portando un parche en sus camisolas con el número 21; el número que con excepción de su temporada de novato siempre lució Roberto Clemente en los diamantes y que hace largo tiempo fue retirado de la organización de los Piratas.

Este año al festejo y conmemoración a la vida deportiva y a los quehaceres más allá de los diamantes del nacido en Carolina, Puerto Rico, se suma el hecho de que se están cumpliendo 50 años de su inducción al Salón de la Fama del Béisbol en Cooperstown; cabe recordar que Roberto Clemente fue ampliamente votado la primera vez que apareció en las boletas, tan solo once semanas después de ocurrido del trágico accidente aéreo que puso fin a su vida; siendo dicha elección un merecido reconocimiento a su carrera deportiva una distinción que además lo convirtió en el primer jugador latinoamericano en ingresar al recinto de los inmortales del béisbol.

Definitivamente querido lector, hay jugadores que nos deslumbran a lo largo de sus trayectorias por su capacidad de juego, es decir, por haber destacado en los diamantes gracias a sus habilidades, destreza, buena colocación, juego defensivo e incluso sentido de oportunidad. Otros más, somos capaces de recordarlos por su fildeo elegante y seguro, su buen brazo, o incluso por su forma de correr las bases o su capacidad al batear, pero realmente son pocos y contados los jugadores que llegan a distinguirse no sólo por sus capacidades atléticas y deportivas, sino que a la par se les recuerda por su liderazgo e importante presencia en los terrenos de juego, pues con estar uniformados brindaban seguridad y confianza a sus compañeros de equipo.

En ese muy selecto y destacado grupo de irrepetibles, todavía existen dos o tres peloteros que debemos considerar de excepción, pues a la par de mostrar la doble faceta de la excelencia deportiva y de ser referentes para sus compañeros de equipo, también lograron ser capaces de trascender el juego al haberse constituido como modelos de altruismo y solidaridad, al haber encarnado la decencia humana y deportiva, así como haber fomentado con sus acciones el bien de la comunidad poniendo en alto el respeto a la dignidad humana. Esos contados jugadores, bien sabemos, son como los cometas, personas que raras veces se ven pasar, pero que por derecho propio se han ganado un lugar preponderante en el mundo del béisbol. Sin lugar a dudas, uno de ellos lo fue y lo será por siempre Roberto Clemente.

Muy seguramente para quienes tuvieron el privilegio de verlo jugar en las décadas de los años cincuenta, sesenta y setenta del siglo pasado el que evoque la figura de Clemente, también llamado “El Grande” les traerá gratos recuerdos; pues memorables fueron sus actuaciones en Series Mundiales, Juegos de Estrellas, y Series de Campeonato de la Liga Nacional. Seguro estoy que imborrable habrá quedado en su memoria el último día de la campaña regular de 1972 en el que Clemente logró conectar el hit 3000, paradójicamente el último de su carrera. Y más allá de los diamantes también recordarán al esforzado pelotero y ser humano que se ganó el reconocimiento de la afición, una afición a la que se ganó a pulso por su valía y carácter, habiendo logrado hacer a un lado los temas de discriminación y segregación que generaba su color de la piel, su origen latino y hasta su lengua materna y que lamentablemente todavía eran frecuentes en la MLB no obstante que Jackie Robinson había roto la barrera del color de piel y la segregación racial desde el año1947.

Los números de Clemente después de 18 temporadas en el MLB son espectaculares y nos hablan de su consistencia en los diamantes. En todas y cada una de sus temporadas logró jugar en 100 o más encuentros, fue ganador en 12 ocasiones del Guante de oro por su capacidad de fildeo, además de obtener 4 veces campeonato de bateo de la Liga Nacional, fue 15 veces seleccionado al Juego de Estrellas y resultó ganador de 2 Series Mundiales en los años 1960 y 1971, además de formar parte del selecto grupo de jugadores de la MLB que cuenta en su haber con tres mil hits. Un portentoso pelotero, que era una mejor persona, un hombre entregado a causas justas y a la defensa de los derechos civiles de los afroamericanos y latinos, un hombre de trabajo, solidario y sensible que falleció llevando ayuda a los damnificados de un terremoto ocurrido en Nicaragua a finales del año 1972.

Y para quienes son aficionados al béisbol a partir del presente siglo XXI y les fue imposible apreciar en vivo y directo o hasta en películas la grandeza deportiva de Roberto Clemente vale la pena hacer notar el mayor legado que dejó el jardinero derecho de los Piratas de Pittsburgh al béisbol mundial y que muchos damos por sentado o hemos dejado de apreciar con el paso del tiempo. El haber construido un lugar digno para los jugadores latinoamericanos en las Grandes Ligas. Si bien hoy en día las novenas de los 30 equipos de la MLB invariablemente saltan al terreno de juego en cada partido contando en sus filas con tres, cuatro o hasta cinco jugadores latinoamericanos por equipo y muchos de ellos, habrá que decirlo también, son las grandes estrellas de sus novenas, la realidad es que eso no siempre fue así. Los jugadores Latinoamericanos eran en otros tiempos, en otras décadas y especialmente en las de Clemente una especie de lunares en los equipos de béisbol, se contaban con los dedos de una mano y era extraño apreciar un encuentro en el que más de dos latinos salieran al terreno de juego. Para que la expansión del béisbol latinoamericano pudiera haber ocurrido y para que fueran considerados esos jugadores con suficiente nivel deportivo y pudieran tener acceso a mejores salarios e incluso para estar en condiciones de transitar en un nivel de igualdad al mejor béisbol del mundo sin contratiempo alguno, existió un día Roberto Clemente, un jugador de excepción cuya fortaleza de carácter y espíritu y su capacidad de luchar, de no ceder, ni dejarse, de no ser humillado y discriminado, así como deseo manifiesto de destacar con luz propia pese a la adversidad que le rodeaba han sido su mayor legado al béisbol mundial.

Por sus logros en los diamantes y muchas otras acciones que hizo fuera de ellos existe aún una deuda que saldar con Roberto Clemente dadas las notorias y evidentes contribuciones al mundo del béisbol. En en este caso esa deuda que persiste no obstante los reconocimientos de que ha sido objeto y el haber instaurado un premio anual que lleva su nombre y que reconoce la labor humanitaria o a favor de la comunidad de los actuales jugadores profesionales de las Ligas Mayores, hay algo que todavía se puede y debe hacer y es que la MLB retire de su número 21 de todos los equipos profesionales de las Ligas Mayores. Un honor y privilegio que en el pasado se le concedió a Jackie Robinson y que sería el justo homenaje al ídolo del béisbol de América Latina que fue y que es Roberto Clemente.

CÍRCULO DE ESPERA

Dos temas importantes y significativos vale la pena comentar. El primero la conformación de la primera Liga Profesional de Softbol femenil en México, serán seis los equipos que el próximo año hagan historia permitiendo el avance y la participación de las mujeres en el mundo de la pelota caliente. Tras el destacado papel de la Selección Mexicana de Beisbol en los Juegos Olímpicos de Japón, la Liga Mexicana de Béisbol ha trabajado en forma entusiasta y decidida en este proyecto en el que las organizaciones de los Diablos Rojos del México, Sultanes de Monterrey, Águila de la Veracruz, Bravos de León, Olmecas de Tabasco y Leones de Yucatán serán pioneros. Definitivamente que el año 2024 pinta para ser el año de las mujeres en México.

Y el segundo y no menos importante, que en este mes de septiembre, el mes patrio y el más mexicano de todos los meses del calendario se están cumpliendo 90 años de la primera participación de un jugador mexicano en las Grandes Ligas. Fue precisamente el 8 de septiembre de 1933 que el nacido en Huatabampo, Sonora, Baldemero (Melo) Almada debutara con los Medias Rojas de Boston. Más allá del recuerdo y efeméride en torno al jugador que abrió brecha y camino para llegada de otros beisbolistas mexicanos a la Liga profesional de mayor prestigio y más competida del planeta lo que deseo destacar del jardinero central que era zurdo tanto para batear como para fildear es el hecho de haber dejado huella en los libros de récords de la MLB durante su carrera. Pues Almada es hasta el día de hoy es el pelotero mexicano con la mayor racha de partidos consecutivos pegando de hit al haber logrado hacerlo en 29 encuentros en 1938 como jugador de los Cafés de San Luis. Basta decir, que el compatriota que tiene la racha más cercana es el oaxaqueño Vinicio Castilla que ligó 22 encuentros consecutivos conectando de hit en 1997. Otro singular logro por el que siempre será recordado Melo Almada tuvo lugar en la ya comentada temporada de novato y para ser exacto en el último día de esa campaña en 1933, cuando se enfrentaron los Medias Rojas y los Yankees de Nueva York sin nada que pelear, dado que ambos equipos habían quedado ya sin aspiraciones de ir a la Serie Mundial. Ese día final de temporada regular Babe Ruth subió por última vez a la loma de las responsabilidades en su carrera profesional con 38 años de edad y sin haberlo hecho en más de una década. Admirablemente y pese al largo tiempo sin participar en un juego oficial como pitcher, Ruth lanzó el juego completo y se llevó la victoria, pero el joven nacido en México tuvo a bien conectarle esa mañana tres imparables, entre ellos el último hit que como lanzador recibió en su colosal carrera El Bambino. Sin embargo, el logro más significativo de la carerra deportiva de Almada se dió vistiendo la franela de los Senadores de Washington, en la temporada de 1937, ya que en un doble encuentro de pelota enfrentando a los Cafés de San Luis, el sonorense anotó 9 veces; 5 en el primer partido y 4 más en el segundo de esa doble jornada, una circunstancia que le permitió establecer el récord de más careras anotadas en un doble encuentro de béisbol de la MLB. Una hazaña, que por cierto, lleva más de 80 temporadas imbatible e inalcanzable.

Melo Almada, definitivamente un jugador y una presencia del béisbol mexicano que ha servido de inspiración para muchos otros beisbolistas que han logrado llegar a las Ligas Mayores, tal y como ocurrió el pasado sábado al también sonorense Irving López quien debutó con los Cardenales de San Luis y se convirtió en el beisbolista mexicano número 146 que con entusiasmo e ilusión ha recorrido el sendero que alguna vez forjó Almada. Lo que significa que son ya 147 los beisbolitas mexicanos que han llegado a jugar en la MLB.

casallena@live.com.mx