“Más que cualquier otro deporte, el béisbol crea la magnética y adictiva ilusión de que casi puede ser entendido".
Thomas Boswell
Escribo en esta ocasión con absoluto respeto para quienes practican y tiene una fe y convicción religiosa sea cual sea su credo; también para quienes por comodidad o descuido viven esa fe religiosa a distancia, es decir, que son practicantes y peticionarios de ocasión ya sea por necesidad, temor o conveniencia; así como también para aquellos que por decisión personal, convicción y raciocinio no creen en la existencia de un ser supremo. No pretendo ser irónico, irreverente o blasfemo con mi aproximación en esta ocasión, más bien parto del deseo e intención de mostrar algunas de las extrañas coincidencias y signos visibles que vinculan al Rey de los Deportes con la práctica de algunas religiones e incluso de algunas disciplinas que conllevan un esfuerzo físico y también un ejercicio de introspección y espiritualidad. Trataré de enumerar algunas de esas extrañas casualidades, conexiones y nexos que muchos aficionados al béisbol desconocen, pero que pudieran ser la razón o el motivo casi imperceptible que provoca en ellos -a veces hasta sin darse cuenta o reflexionarlo- vivir el béisbol como una pasión desmedida con tintes de misticismo inusitado y fervor religioso.
Querido lector, las últimas semanas han sido francamente únicas e irrepetibles para quien les escribe, llenas de sinsabores y complicaciones, pero que a la par y prodigiosamente han traído por sorpresa un esperanzador regalo, una enorme alegría personal y familiar. Se trata de noticias y circunstancias que me deparan nuevos retos y vivencias, que seguro estoy habré y habremos de sortear con entusiasmo, alegría, solidaridad y emoción en el seno familiar. Si a eso le sumo que a nivel mundial también hemos vivido y presenciado días y semanas intensas, incluido el actual riesgo de un posible ataque nuclear por el entorno beligerante en que estamos inmersos; la situación, es por decir, lo menos, nada favorable y un tanto cuanto impredecible.
De todas estas noticias, tanto para quienes como en mi caso, practicamos cada vez en forma más esporádica e intermitente la fe y creencia religiosa recibida de nuestros padres, pero también para los cientos de millones de personas que no comulgan con la religión católica y que profesan otra fe, e incluso para aquellos millones de seres humanos que decididamente no tienen una creencia religiosa, todos hemos seguido con atención dos acontecimientos trascendentales y ligados el uno al otro que han marcado el destino del presente año 2025. Me refiero para ser exacto al lamentable fallecimiento del Papa Francisco y a la reciente designación tras el Cónclave en las instalaciones de la Capilla Sixtina teniendo como mudo testigo los frescos del genial Miguel Ángel Bounarroti del Papá León XIV. Dos noticias globales y mundiales que también convergen en el presente artículo dadas ciertas expresiones, disputas, conjeturas, presunciones y hasta controversias que surgieron en torno a la figura del nuevo Papa de origen norteamericano y que mayormente derivaron de su lugar de nacimiento, la ciudad de Chicago y mayormente de su afición al llamado Rey de los Deportes.
La pelota de béisbol, es el instrumento que se utiliza para generar las acciones en un diamante y que es capaz de producir emoción y magia. Es la poderosa herramienta que tienen a su alcance los jugadores para llevar a cabo sus tareas en el campo de juego. Una circunferencia hecha de piel vacuna con un núcleo de caucho o corcho que es envuelto en apretado hilo y que está herméticamente sellada y suturada con hilo de color rojo. Se trata de una labor casi artesanal que permite al unir su piel exterior dar cabida a su característica conformación y relieve donde invariablemente son posibles de contar y sentir 108 costuras. Sí, efectivamente 108 costuras, ni una más, ni una menos, como curiosa y coincidentemente están conformadas las malas o yapa malas de las religiones Hinduista, Budista y también de quienes practican el Sijismo y que constituyen un elemento de culto religioso utilizado para recitar mantras e invocar el nombre de su deidad; se trata pues de un instrumento que tiene una enorme similitud y parecido a los Rosarios que utilizan quienes profesan la religión católica.
Ya entrados en gastos, resulta notoriamente interesante saber que también el número 108, es utilizado por la cultura Islámica para referirse a Dios. Como también es cierto e inapelable que son 108 las cuentas que conforman los malas frecuentemente utilizados por quienes practican la meditación. 108 cuentas ligadas o unidas con un fin y un propósito superior. Es por decirlo de otro modo, una herramienta y mecanismo de plenitud y de conexión del ser humano con lo divino.
Por eso es que no me resulta nada extraño que el béisbol para muchos se asemeja a una religión, por eso y muchas otras cosas es que no me es ajeno observar que lo que se vive en un diamante puede llegar a ser tan trascendental y fundamental en la vida de cientos y miles de seres de humanos, e incluso que pueda parecer la viva imagen de un culto religioso, incluidos el fervor y el misticismo que suelen acompañar toda práctica religiosa.
Y aunque sean meras coincidencias o casualidades, resulta proverbialmente místico que exista este vínculo y conexión entre el béisbol y ciertas religiones y disciplinas de profunda introspección humana y a las pruebas me remito. Para el Hinduismo el número 108, como el número de las costuras que conforman a la pelota de béisbol tiene un carácter místico, al constituir un número perfecto de tres cifras, que es múltiplo de tres, y cuya suma de sus tres dígitos es 9, Es decir, tres veces tres. Y por increíble que parezca, bien sabemos que son 9 las entradas que conforman un juego de béisbol y que tres son los outs que conforman una entrada.
Las casualidades y coincidencias no terminan ahí, incluso para los agnósticos hay razones de carácter científico que llamarán poderosamente su atención, pues por inusual y hasta increíble que el diámetro del Sol multiplicado 108 veces es igual a la distancia que existe entre el Sol y nuestro planeta. Una circunstancia que de igual forma se repite con relación al diámetro de la Luna, pues si el diámetro de nuestro único satélite natural es también multiplicado 108 veces da como resultado precisamente la distancia que existe entre la Tierra, nuestro hogar y la propia Luna. Dos realidades físicas y científicas que son de llamar poderosamente nuestra atención.
En el Yoga, la disciplina física y mental surgida en la India 400 años antes del nacimiento de Cristo, por extraño que parezca son 108 los saludos al sol, por ser este un número sagrado para la filosofía hindú. Del mismo modo son 108 las líneas de energía que convergen con el Chakra del corazón, también denominado Anahata. Como también son 108 los pasos que se recorren entre el sol y la luna a través del cielo en esa práctica que implica el dominio tanto del cuerpo como de la mente.
Se trata pues, de pensamientos y creencias humanas en las que el número 108 tiene admirablemente implícita una conexión espiritual de unidad y armonía. Misma conexión y vínculo que curiosa y extrañamente tiene la famosa pelota de las 108 costuras con el mundo del béisbol y sus aficionados.
Pero los vínculos y casualidades no quedan ahí. Fue por demás notorio y público que habiendo transcurrido tan solo unas cuantas horas de haber sido designado el Cardenal Robert Francis Prevost, como el nuevo Obispo de Roma y por ende haber asumido el liderazgo y la cabeza de la Iglesia Católica que los dos equipos de la MLB de la ciudad de Chicago salieran a difundir a los cuatro vientos que el nuevo Papa era aficionado a sus colores y equipo. Los días siguientes trajeron sorprendentemente un enfrentamiento verbal entre ciertos miembros de la Iglesia Católica norteamericana e incluso familiares del propio Papa en torno al equipo de su predilección. Cuando los Chicago Cubs y las Medias Blancas de Chicago reclamaban ser el equipo predilecto del vicario de Cristo y parecía no tener fin esa confrontación, fue la propia MLB quien divulgó en su página de internet un material incontrovertible del primer juego de la Serie Mundial del año 2005 que mostraba al entonces Padre Bob, en el entonces Estadio US Cellular Field y casa de los locales Medias Blancas enfundando una gorra del referido equipo en aquel juego de Serie Mundial que tuvo lugar en la Ciudad de Chicago.
Tras la divulgación del video, los Medias Blancas rápidamente identificaron los lugares utilizados por el ahora Papa León XIV en aquella memorable ocasión y determinaron convertir ese espacio del Parque, hoy conocido como el Guaranteed Rate Field en una reliquia y lugar de culto e incluso aprovecharon la ocasión para invitar al nuevo Papa a asistir a cualquiera de sus juegos como local per saecula saeculorum, o lo que es lo mismo, hasta donde su vida terrena se lo permita.
Cuando las especulaciones parecían haberse disipado y dejaban poco margen de discusión o imaginación a los aficionados de la ciudad de Chicago respecto de la predilección y equipo del primer Papa nacido en los Estados Unidos, fue el propio León XIV quien puso fin a la controversia al presentarse hace sólo unos días sonriente a la audiencia general de los miércoles en el Vaticano portando con orgullo una gorra de los Medias Blancas de Chicago. Al utilizar aquel elemento de vestir ajeno a los cánones de vestir de un jerarca de su alta investidura religiosa, dos cosas quedaron en claro: que efectivamente el Papa León XIV es aficionado al béisbol y que su equipo, como alguien nacido en la parte de sur de la Ciudad de Chicago lo son las alicaídas Medias Blancas de Chicago que la temporada anterior curiosamente registraron la peor campaña de su ya larga historia.
Con todos estos antecedentes ¿puede acaso un deporte llegar a ser una religión? ¿Puede la afición y pasión por un juego, equipo y colores llegar a esos extremos y vivencias? La respuesta a las dos incógnitas desde mi muy particular punto de vista es que el béisbol como tantas otras actividades humanas pueden llegar a ser consideradas una especie de religión y una singular forma de rendir culto a algo o alguien. En todo caso, depende y dependerá en mayor medida de la formación, intereses y valores de cada persona vivirlo o dejar de hacerlo.
Eso no significa que el béisbol sea una religión, ni que por el contrario carezca de valor alguno, sentido y no poderosas razones para ser practicado y visto. Así como he expresado ser consciente de la existencia de legiones de aficionados al béisbol, definitivamente, también cierto estoy, que hoy en día sobre la faz del planeta Tierra existen millones y millones de personas a los que el béisbol y en general los deportes les parecen absolutamente intrascendentes e innecesarios. Para esa enorme multitud se trata de actividades carentes de importancia y sentido. De tareas y quehaceres secundarios, aburridos, ajenos a la realidad y a lo que efectivamente es importante y prioritario. Ese mismo fenómeno y pensamiento o forma de ver las cosas ocurre con cientos de actividades artísticas o recreativas como: el ballet, la ópera, el teatro, el cine, la música y hasta la lectura, al igual que otras consideradas de mayor importancia como el cuidado y la protección del medio ambiente y la naturaleza, como el cuidado y aprovechamiento del agua, el calentamiento global, el uso adecuado y medido de los recursos no renovables, así como tantas otras relacionadas con el involucramiento y la participación de los seres humanos en temas sociales, académicos y políticos. Y sin embargo, todas esas actividades sin demérito, son tareas que por sí mismas y por lo que producen y aportan a la sociedad y a quienes las desarrollan o aprecian, son importantes y por ende, no deben ser menospreciadas o ser dejadas de considerar y atender, simplemente por parecernos ajenas a nuestros intereses, aficiones, gustos y entorno.
Sin embargo, claro es, y la historia, ciertas tradiciones, así como una actividad económica constante e incluso cada vez más pujante, selectiva y profesionalizada ha demostrado de manera contundente y casi incontrovertible, que a largo de décadas y durante mucho más de una centuria que el juego de béisbol ha sido, es y -así lo espero- seguirá siendo capaz de generar interés, afinidad, cercanía, entusiasmo, identidad, alegría, actividad económica y comercial, negocios, plusvalía e incluso sufrimiento, decepción y hasta dolor en quienes lo practican, disfrutan, tienen una afición, o le damos puntual seguimiento. Creo firmemente que más que una religión, el béisbol como otras tantas vivencias y circunstancias que rodean nuestra existencia, es lo que la mayoría de los seres humanos le llamamos simplemente: vivir.
CÍRCULO DE ESPERA.
Faltan escasos días para que se cumplan los cien años de la fundación de la Liga Mexicana de Béisbol. Razón por la cual me dispongo a preparar un artículo que en breve pondré a su consideración. Será un ejercicio de nostalgia y agradecimiento, pero a la par esperanzador y de buenos augurios en pro de un futuro mejor y más brillante para nuestra querida liga profesional de béisbol y de los jugadores que la conforman. Cien años de esfuerzos e inclusión. Cien años de avance e igualdad tras haberse permitido la presencia y participación de las mujeres y materializado su presencia como umpiers y con la creación de su propia liga profesional de softbol hace un par de años. Cien años de avances y éxitos, pero también de retrocesos, malas decisiones y fracasos. Cien años que se dicen fácilmente y que implican el paso de al menos 6 generaciones de mexicanos. Cien años de historia y hazañas, cien años de campeonatos y derrotas, cien años en los que franquicias y equipos han surgido y desaparecido y otros tantos han permanecido y se han consolidado. Cien años de jugadores que migraron Estados Unidos, Cuba y otros país latinoamericanos por necesidad y discriminación, pero que encontraron en México un lugar para brillar y trascender. Y a la par, cien años de sembrar y cosechar talento, un talento y material humano que hasta el día de hoy ha producido la llegada al mejor béisbol del mundo de 151 jugadores nacidos en nuestro país. Cien años que abarcan la gestión de 20 presidentes de México, que van desde Plutarco Elías Calles hasta la actual presidenta en funciones Claudia Sheinbaum. Una Liga centenaria que tiene en su haber dolorosos aprendizajes como la huelga de 1981, el terremoto del 19 de septiembre de 1985 y hasta la cancelación de la temporada del año 2020 como consecuencia de la pandemia del COVID-19 y a la par una Liga que está en crecimiento y expansión, que hoy en día resulta inobjetable el hecho de que la LMB es liga deportiva profesional en nuestro país que ha generado el mayor número de asistentes a sus estadios e incrementado en mayor proporción el número de sus aficionados en el último lustro. Se trata pues de una liga centenaria llena de tradición y abolengo, pero que no se debe dormir en sus éxitos y que debe tener ya su mirada puesta en el futuro y el porvenir.
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