Casa Llena

La novena entrada o el béisbol y las estrellas

Antonio Canseco

En recuerdo de mi madre María Antonieta Gómez Lemus.

“Somos polvo de estrellas, que piensa acerca de las estrellas”

Carl Sagan

No hay nada más importante y significativo en toda actividad deportiva, incluido el béisbol que generar afición, sin ella, los logros y las hazañas de los deportistas serían imperceptibles e intrascendentes. Es la afición la que convoca y reúne en torno al juego de pelota a personas como el que les escribe y a muchas otras más que ponen su interés y su tiempo a favor de esa causa o gusto. Es por ello que debo comentarles que a lo largo de los años mi entusiasmo por el juego de pelota ha logrado reclutar algunos aficionados al rey de los deportes, uno de los más significativos en mi haber, lo fue sin lugar a dudas mi madre.

Querido lector, elpasado lunes 20 de junio de 2022 fue para mi un día especialmente significativo por importantes razones personales, entre ellas el haber sido el día del noventa aniversario del natalicio de mi madre. Ya en alguno de mis anteriores artículosescribí brevemente acerca de ella, cuandosiendo yo un niño tuve la oportunidad y experiencia de vida de poderla acompañara sus clases en la Universidad Nacional Autónoma de México. Mi madre fue alguien excepcional, definitivamente un alma generosa que lograba contagiar y transmitir alegría, esperanza y vitalidad. Ella fue quien con afecto y cariño me enseñó a leer y escribir, tal vez el mejor regalo y herramienta del cual una persona se pueda valer para salir adelante en la vida. Fue también presencia permanente y cercana, una fuente inagotable de amor para mi y mis hermanos y también para sus nietos en otra etapa y momento de su vida. Mi madre para decirlo en términos beisboleros fue alguien que cotidianamente “solía volarse la barda” con suma facilidad.

Su generosa manera de vivir y compartir más tarde que temprano la llevó al béisbol, que a decir verdad, fue uno de sus últimos gustos y diversiones. Para alguien como ella que solía tocar el piano y escribir poesía, entender el béisbol no le costó ningún trabajo. En un abrir y cerrar de ojos se convirtió en una intensa fanática de los Yankees de Nueva York y le tocó en suerte presenciar una de las mejores épocas de ese equipo; la dinastía que formó el manager Joe Torre a finales del siglo pasado que produjo temporadas de ensueño y logró obtener el triunfo en cuatro Series Mundiales (1996, 1998, 1999 y 2000) de la mano de notables estrellas como: Derek Jeter, Mariano Rivera, su favorito el pitcher zurdo Andy Pettitte y el cátcher puertorriqueño Jorge Posada, por tan sólo mencionar algunos de los jugadores que volvieron en esos años a los de Nueva York al lugar de honor y privilegio en el mundo del béisbol. Puedo cerrar mis ojos y no me es difícil recordarla frente al televisor con su “gorra de la suerte,” “la de las carreras” siguiendo las acciones de algún encuentro disputado por los Yankees, es más, casi puedo escucharla comentar alguna jugada o reclamar alguna de las decisiones del manager de los de la isla de Manhattan cuando no había sido acertada o atinada. Así solía vivir el béisbol mi querida madre, así, con la misma intensidad y gozo con la que vivió su vida.

En sus últimos años era evidente que estaba cansada, cada vez eran menos lo momentos de plenitud, ella que solía ser una estrella que todo lo llenaba, ya no brillaba con tanta energía; por eso, yo solía bromear con ella y le trataba de dar ánimos y alegría ante mi preocupación manifiesta de que su luz se estaba apagando. Era tal mi insistencia que solía decirle que los verdaderos aficionados al juego de béisbol siempre llegan a la novena entrada y no abandonan el juego antes de concluir, algo que hacía en alusión expresa a su cumpleaños número noventa. Cuando me escuchaba decir aquello, ella plenamente convencida y en ocasiones hasta sonrienteme decía: “Ahí estaré Toño, ya lo verás, ahí estaré”. La vida constantemente nos da lecciones, desde luego que hay quienes aprenden mejor y a la primera, desgraciadamente no estoy, se los aseguro, en ese grupo, a mi me cuesta mucho trabajo entenderlas y aprenderlas, sin embargo, puedo decirles hoy en mayor medida gracias al paso del tiempo, que en efecto tenía razón mi madre, pues a pesar de su ausencia, ella sigue presente en mi vida y mi pensamiento.

Hace ya algún tiempo escribí un texto que titulé “El béisbol y las estrellas” en aquel momento no fue publicado puesdecidí esperar a una mejor ocasión para hacerlo, es por ello, que hoy en su recuerdo y memoria y por aquello de la novena entrada con algunos ajustes y adicioneshe decidido compartirlo con todos ustedes:

Las temporadas llegan y se van, los ciclos inevitablemente se cumpleny con el paso del tiempo generaciones enteras de jugadores se muestran ante los ojos de los aficionados tratando de dejar huella en el terreno de juego al igual que en los libros de récords. Pese al empeño y dedicación que imprimen en sus intervenciones, sólo unos cuantos están destinados en lograrlo. Porque la inmortalidad sólo está hecha para un pequeño grupo, es selectiva y le pertenece a aquellos que logran ser y permanecer en la memoria del aficionado; aquellos que con su actuar y desempeño cotidiano trascienden y continúan vigentes pese a que sus días de juego y gloria hayan transcurrido e incluso a pesar de que hayan dejado de existir.

En la inmensidad del espacio, las estrellas son nuestro referente, nuestra guía y consuelo, son nuestra seguridad, nuestra meta, inspiración y anhelo, pues somos tan pequeños e insignificantes en comparación con ellas que al contemplarlas se produce en nosotros ese milagro de identificación y permanencia que le da sentido a nuestros actos y que nos confirma que somos hechos de la misma materia y por lo tanto tan especiales, significativos e importantes como ellas.

Pocas veces una frase como la que sirve de introducción a mis artículos puede resultar al mismo tiempo tan poética, como científica, tan realista y racional, como imaginativa y esperanzadora. Esta frase que acuñó un notable físico y científico norteamericano del siglo pasado, vino a mi hace mucho tiempo, sin haberla buscado con un propósito específico -como suele ocurrirme en el tema de las frases que acompañan siempre mis artículos- en aquella ocasión la frase llegó en forma espontánea, como tantas cosas que a lo largo de los años ha logrado retener y atesorar mi cabeza, incluso sin saber que el día de hoy mepermitiríaejemplificar con precisión lo importante que resulta contar tanto en el juego de pelota, como en la vida de referentes.

Y es que no hay estrellas de béisbol que no cumplan con el elemental requisito de hacer la tarea diaria como resultado del conocimiento del juego y del esfuerzo empeñado, pero con la salvedad y notoria diferencia de hacerla bien, con eficiencia, emoción y tal magnetismo que hace imposible que sus acciones pasen desapercibidas. De ese actuar deriva la admiración y el reconocimiento hasta que simplemente se convierten en referentes del juego e inspiración para otros dentro y fuera de los campos de juego. Es evidente queno puede haber estrellas en el béisbol sin méritos propios y logros deportivos, son los hechos en el terreno de juego los que hablan, y acreditan el talento, es el quehacer y hacer en el campo de juego lo que las mantiene vigentes y eternas.

Resulta francamente muy difícil seraficionado al béisbol sin saber perfectamente bien ¿dónde y cómo inició esa afición? O poder expresar cuál es su equipo predilecto, o la posición en el campo de juego que más se disfruta, respeta o agrada, o el nombre del jugador que se admira y se sigue juego a juego, temporada tras temporada. En otras palabras quién es la estrella y referente que guía ese interés, esa afición que engloba para muchos la palabra béisbol.

Si lo antes mencionado les está llevando a un ejercicio de introspección, si les recuerda a su equipo o jugador favorito, me sentiré satisfecho, sino lo habían pensado así, yo les ayudaré un poco con los míos. Para un aficionado como yo resulta fácil pensar en estrellas de los diamantes y recordar nombres, jugadas, partidos y trayectorias, pero muy cerca de mi afecto viven los míticos y legendarios: Babe Ruth, Lou Gehrig y Joe DiMaggio que he admirado y seguido a lo largo de los años, no obstante no ser su contemporáneo y siquiera haberlos podido ver en un campo de juego; lo mismo que jugadores de inigualable talento que vinieron a México en otros tiempos y circunstancias de las que ya he comentado como el cubano Martín Díhigo y los norteamericanos Monte Irving y Joshua Gibson, pero para alguien como yo que la posición de cátcher es tan atractiva y significativa me es difícil no pensar en grandes receptores como: Bill Dickey, Yogi Berra, Roy Campanella, el propio Joshua Gibson y los que sí tuve la oportunidad de ver y disfrutar a plenitud como Johnny Bench, Thurman Munson, Carlton Fisk, Gary Carter y los puertorriqueños Jorge Posada e Iván Rodríguez, jugadores de los que aprendo y entiendo más el juego y que le han dado sentido y gusto a mi afición por el rey de los deportes.

Para mi el béisbol es y ha sido para mí una fuente inagotable de emociones y alegrías, bien podría llenar este espacio y muchos otros con una larga lista de jugadores y sus logros en el campo de juego; grandes estrellas del diamante de ayer y hoy que brillan con luz propia en el firmamento, pero al menos por hoy, es tiempo de concluir, no sin antesmirar al cielo pero esta vezcon enorme agradecimiento por su presencia y permanencia entre nosotros.

Tal vez por ello, es que hoy al mirar al cielo únicamente puedo ver esa estrella que es mi madre, que todo lo llena e ilumina,hoy que hubiera llegado a la novena entrada y puedo decir con emoción que siempre será la estrella más grande que brille con luz propia en el firmamento.Para ella, mi cariño infinito y mi agradecimiento eterno por haber amado la vida como lo hizo y por haberle dado tantas veces sentido y alegría a la mía. Su generosidad, su cálida y entusiasta presencia, su contagiosa forma de ser y disfrutar fueron para mí aprendizaje de vida y la mayor lección de amor, afecto y cariño que haya sido capaz de dar alguien por los suyos.

Pese a la tristeza que me provoca su ausencia física, sé perfectamente lo afortunado que fui al haber compartido y disfrutado tantas cosas con ella, entre ellasmiafición al béisbol. Gracias mamá, por haber estado ahí, por haberlo vivido y compartido todos esos años.Son ya varias las temporadas que han transcurrido desde que partiste, unamás está en curso con tus Yankees en primerísimo lugar y lo sé, muchas otras habrán de venir en el futuro, en todas ellas invariablemente tú serás obligado referente y yo voltearé al cielo temporada tras temporada una vez más en busca de ti y al verte brillando en el firmamento seré capaz de sonreír, de disfrutar y de vivir, aunque siempre, siempre, te habré de echar de menos.

CÍRCULO DE ESPERA

Todo un éxito resultó la pausa de media temporada de la Liga Mexicana de Béisbol para dar cabida al Juego de Estrellas y la siempre atractiva y divertida demostración de bateo de poder que constituye el llamado Home Run Derby. La Ciudad de Monclova, en el estado de Coahuila, fue la anfitriona de un emocionante juego de pelota que se decidió en el último turno al bate gracias a un cuadrangular de Orlando Calixte con casa llena que el que la Zona Norte dejó en el terreno de juego a las estrellas de la Zona Sur. Mientras que en la exhibición de cuadrangulares fue el norteamericano Marc Flores, de los Rieleros de Aguascalientes quien se llevó la noche al acumular 45 batazos de vuelta entera en la exhibición que constituyen un nuevo récord para este tipo de llamativos ejercicios que tanto gusta y disfruta la afición beisbolera. Enhorabuena a la LMB por la cuidada organziación de un fin de semana espectacular y que llenó las expectativas de los aficionados al rey de los deportes. Y hago votos porque esa celebración anual poco a poco constituya una esperada cita por los aficionados en México al béisbol.

casallena@live.com.mx