Casa Llena

(II) Diablos y Tigres una rivalidad en vías de extinción

Antonio Canseco

“Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie.”

Giuseppe Tomasi di Lampedusa

Antes de que concluyera la segunda parte de este artículo volvió a moverse el marcador de los managers despedidos en la actual temporada de la LMB. El turno correspondió al manager puertorriqueño de los Tigres de Quintana Roo, Tony Rodríguez, quien fue removido de su cargo por la gerencia del club. En su lugar ya ha sido designado el texano Jesse García con experiencia de Ligas Mayores tanto como jugador como coach de los prestigiados managers Bobby Cox y Bruce Bochy.

Querido lector, las rivalidades deportivas, como las monedas tienen dos caras, y siempre constituirán posturas antagónicas que convergen y se nutren en un campo de juego para beneficio y deleite de sus seguidores. Esa rivalidad, al menos en el sentir de alguien como yo, que ha vivido la llamada “Guerra Civil” a lo largo de varias décadas tristemente empieza a diluirse y desaparecer. Las razones son varias y puntuales, siendo la más evidente la distancia que ha significado el cambio de sede de los felinos, primero a Puebla y más tarde a Cancún.

Hoy en mi recuento le corresponde a los actuales Tigres de Quintana Roo el turno y el espacio. Un equipo con estrella, que nació campeón, un rasgo que pocos equipos en el mundo del deporte pueden presumir en su haber. Un equipo que ha obtenido 12 campeonatos de la LMB, lo que lo convierte en el segundo equipo más exitoso de nuestra liga y el tercero más longevo del circuito, tras haber sido fundados en 1955.

Se trata de una novena que independientemente de sus logros deportivos, se convirtió rápidamente en un importante protagonista de la Liga, en buena medida por la activa presencia de su dueño y fundador el Ingeniero Alejo Peralta. Don Alejo, fue indudablemente un apasionado del juego que vivía con intensidad los encuentros e incluso se daba el lujo de enviar constantemente señales y jugadas desde su palco que debían ser ejecutadas en el campo de juego a la perfección. Su exitosa carrera empresarial le permitió dedicar largas horas de su tiempo al equipo de sus amores. Negocios y béisbol o viceversa habrían de estar ligados al ingeniero Peralta hasta su muerte en 1997. Un deceso que habría de desencadenar cambios impensables o inimaginables para la afición felina, pero que puntualmente tuvieron lugar. Es pues, la de los Tigres es una historia afortunada, pero con claroscuros y contrastes y un equipo que desde el año 2017 presenta un nuevo rostro directivo encabezado por e beisbolista mexicano más destacado de todos los tiempos: Fernando Valenzuela. Acompáñenme en este viaje al pasado y el presente de uno de los clubes más importantes y distinguidos de la Liga Mexicana de Béisbol.

Para los Tigres todo comenzó en forma brillante en el año de su debut deportivo, 1955 que coincidió con la inauguración del Parque del Seguro Social, tras la desaparición del antiguo Parque Delta. En el remozado estadio ya solamente habrían de jugar los recién formados Tigres, y los ya experimentados, pero aún sin campeonatos Diablos Rojos del México. Curiosamente en ese año también se produjo el mayor parteaguas en la historia de Liga Mexicana de Béisbol como consecuencia la muerte en un accidente aéreo del empresario Jorge Pasquel que había sido el símbolo, el líder y el sostén de la Liga por más de una década y que siempre será recordado por haber traído a México a las más grandes estrellas del béisbol mundial. Fue pues 1955 el año donde la LMB se refundó y donde los Tigres consiguieron el campeonato de la mano del manager George Genovese y donde brillaron a la ofensiva el gran tercera base Leo Rodríguez que fue el mejor bateador de la temporada promediando .385 y en el pitcheo el lanzador el zurdo Fred Waters que tuvo una marca de 18 ganados, por 3 perdidos con 2.06 de carreras limpias. Esa inesperada corona del equipo debutante le dio a los Tigres el mote que le ha acompañado a lo largo de su historia: “el equipo que nació campeón.”

Tras ese primer campeonato, tuvieron que pasar cinco difíciles temporadas para que los Tigres volvieran a ganar el campeonato de la LMB. La del año 1960 fue una temporada especial para la escuadra capitalina, al contar con la dirección del coahuilense e indiscutible miembro del Salón de la Fama del Béisbol nacional Guillermo “Memo” Garibay, uno de los mejores managers de la Liga Mexicana de Béisbol que supo guiar a dos destacadas estrellas que literalmente se echaron el equipo a cuestas, el gran segunda base Roberto “Beto” Ávila que había regresado a México tras alcanzar la gloria en la MLB con los Indios de Cleveland y que tras esa brillante campaña decidió colgar los spikes y un joven pitcher cubano de nombre Luis Tiant poseedor de una de las mecánicas de lanzamiento (windup) más singulares en la historia del béisbol, cuya carrera apenas iniciaba. Pocos años más tarde su talento en el montículo lo llevaría a ser un referente de los Medias Rojas de Boston y una estrella latina en las Grandes Ligas. Esa dupla que combinó veteranía y juventud a la postre trajo el segundo campeonato a las vitrinas de los Tigres.

Los Tigres en la década de los años sesenta lograrían la consagración deportiva y la ansiada identificación con los habitantes de la capital del país, en aquellas temporadas del bicampeonato (1965-1966) era habitual observar en su palco al ingeniero Peralta radiante de felicidad acompañado de su compadre el cómico Mario Moreno “Cantinflas”. El campeonato de 1965 se dio bajo la dirección del siempre controvertido Luis “Chito” García con un equipo plagado de jóvenes y donde el roster del equipo estuvo integrado únicamente por jugadores nacidos en México. Aquel equipo contó con uno de los mejores cuadros de la LMB y estuvo integrado por Armando Murillo en la tercera base, Fernando "El Pulpo" Remes en el short stop, Kiko Castro en la segunda base y Rubén Esquivias en la primera almohadilla, juntos conformaron el llamado "infield del millón" para deleite y satisfacción de los aficionados felinos. En la receptoría tuvo una destacada temporada el gran Gregorio Luque, mientras que los jardines estuvieron patrullados por Manuel Ponce, Pancho García y el novato del año Héctor Barnetche. Esa temporada la fuerza ofensiva del club estuvo a cargo de Kiko Castro y Manuel Ponce mientras que en el pitcheo destacaron José Peña y Arturo Cacheux. Para la temporada1966 los campeones defensores perdieron a su manager Luis “Chito” Ríos tras una gira que que los había llevado a Japón, por lo que el timón del equipo estuvo a cargo de Ricardo Garza, quien con el talento a su disposición guió de principio a fin a los Tigres al campeonato. En esa temporada en el montículo felino destacó nuevamente José Peña que ganó 19 juegos, seguido de Vicente “El Huevo” Romo que ganó 17 partidos y que es uno de los pocos jugadores de la Liga que logró ser campeón tanto con Diablos, como con los Tigres. En 1966 la mayor aportación ofensiva del equipo provino del bate del primera base Rubén Esquivias.

Tras el bicampeonato algo extraño ocurrió a los Tigres, pues cuando las expectativas de triunfo y de concretar más campeonatos eran altas el equipo cayó en una larga sequía a pesar de contar con novenas extraordinarias y grandes jugadores entre ellos el tercera base Celerino Sánchez que incluso jugó para los Yankees de Nueva York en la década de los años setenta, o el pitcher oaxaqueño Jesús “Chito” líder de ponchados de todos los tiempos de la LMB y que en la campaña de 1985 consiguiera la hazaña de completar los 26 juegos que abrió esa temporada, algo nunca antes visto en nuestra Liga. Tan mala y prolongada fue la racha, que tuvieron que pasar 26 largos años y un cúmulo de decepciones para que el ingeniero Alejo Peralta volviera a levantar el trofeo de campeón de la LMB.

Fue en la campaña de 1992 que acabó con la maldición de los felinos, ya bajo la dirección de Gerardo Gutiérrez los Tigres consiguieron su quinto título, gracias un juego efectivo y arrollador que les permitió llevarse de punta a punta la campaña y en donde la estrella cubana Bárbaro Garbey fue fundamental para lograr la corona. En lo que se refiere a los peloteros mexicanos ese año brillaron con intensidad Matías Carrillo, Adulfo Camacho, Pablo Machiria, José Juan Bellazetín y en el montículo Jesús “Chito” Ríos. A la postre el campeonato de 1992, sería el último que habría de disfrutar el fundador del equipo y enorme promotor del beisbol en México que fue el ingeniero Alejo Peralta, quién incluso en tiempos difíciles y turbulentos fungió como alto comisionado de la Liga con objeto de poner orden y dar estabilidad a la Liga. Al ingeniero Peralta también le debe el béisbol mexicano la creación de la primera academia formadora de jugadores de béisbol del país, que se ubicó en Pastejé, Estado de México, muy cerca de las instalaciones de su conglomerado de empresas.

Otro quinquenio pasó sin campeonatos para los Tigres, la temporada de 1997 tenía pocos días de haber comenzado cuando los Tigres recibieron la triste noticia de la muerte de su fundador y líder, un hecho que cimbró al club y volvió aquella temporada en una de las más emotivas para el club y sus aficionados, pues esa campaña se jugó para el ingeniero, por el ingeniero, en su recuerdo y memoria. Los Tigres de la mano del manager norteamericano Dan Firova cumplieron el objetivo y consiguieron el campeonato de la Liga, pero fueron más allá, pues la novena que se conformó se habría de convertir en el equipo más dominante los siguientes diez años. Dos talentos latinoamericanos hicieron la diferencia el dominicano Luis Polonia y el venezolano Alex Cabrera, esa fue también la campaña en que Matías Carrillo un gran beisbolista formado en la Academia de Pastejé se convertiría en el ídolo de la afición felina. En el pitcheo esa temporada destacaron los brazos del norteamericano David Adam y el zurdo Daniel Garibay. No pudo ser más completa la temporada para los Tigres esa la de 1997, pues en la serie final, la serie que definió al campeón de la LMB vencieron al acérrimo rival Diablos Rojos del México.

La temporada del año 2000, la última que se jugó en el parque del Seguro Social, una temporada que habría de cerrar un ciclo para los Tigres y Diablos en ese estadio que tantas alegrías y memorias brindó a las aficiones de ambos equipos. Y no deja de ser extraño o curioso, casi como si hubiera sido un ciclo de vida, así Tigres debutó campeón en ese parque en 1955, y se despidió campeón en su última temporada. Nuevamente fue el manager Dan Firova quien llevó el equipo al campeonato de la mano de dupla ofensiva mexicana de Matías Carrillo y de Sergio Gastelum y tuvo el soporte defensivo gracias a los brazos y destacadas temporadas de Alejandro Armenta y Santos Hernández.

2001 representó la la primera temporada en el nuevo estadio el Foro Sol, una campaña en la que persistió el dominio Tigre que logró el bicampeonato bajo la dirección del manager norteamericano Dan Firova y en la que destacaron los ligamayoristas Luis Polonia y Julio Franco, a la postre el campeón de bateo de la Liga con un espectacular promedio de bateo de .437; esa temporada también contó con el aporte ofensivo de un histórico grupo de jugadores nacionales que encabezó Matías Carrillo, pero en el que también brillaron Luis Carlos García, Roberto Vizcarra, Sergio Gastelum y Javier Robles. En el pitcheo esa temporada del nuevo milenio volvieron a destacar Alejandro Armenta, Santos Hernández,, pero surgió también la figura del lanzador Jorge Campillo. En la Serie final nuevamente los Tigres vencieron 4 juegos a 2 a los Diablos Rojos del México.

Antes de iniciar la campaña del 2002 se presentaría el primer cambio de sede del hasta entonces equipo de la capital del país, Carlos Peralta hijo de don Alejo y heredero de los negocios y el club decidió llevarse al equipo a Puebla, de donde era oriundo su padre y ahí iniciar la campaña como Tigres de la Angelópolis. Tanto el equipo como la afición resintieron la decisión de la directiva y los resultados no fueron los esperados, el bicampeón no pudo defender la corona y tuvo que iniciar una curva de aprendizaje en su nueva sede.

Fue hasta la temporada de 2005 que los Tigres de la Ciudad de Puebla volverían a ser campeones de la LMB contando con la dirección de Enrique “Che” Reyes, precisamente el año en el que el club cumplía medio siglo de haber sido fundado su short stop Javier Robles ganó el campeonato de bateo y Jorge Vázquez conectó 33 cuadrangulares la mayor parte de ellos en el estadio Hermanos Serdán. Pablo Ortega y Alejandro Armenta aportaron consistencia desde la loma de las responsabilidades y Los Tigres derrotaron en la Serie final a los Saraperos de Saltillo para alzarse con la corona.

Tras la temporada de 2006 en que el equipo no corrió con la misma suerte se desató el rumor de que el equipo cambiaría de sede los viejos aficionados pensaron que el club regresaría a casa, pero no fue así, los Tigres emprendieron el camino más al sur, hasta el Estado de Quintana Roo donde habrían de debutar para la campaña de 2007. Lejos de la capital, los Tigres perdieron presencia y brillo, no eran el mismo equipo y la falta de triunfos trastocó la rivalidad con su compañero de tantas temporadas de estadio los Diablos Rojos del México. Esos cuatro largos años de aclimatación en Cancún fueron muy difíciles de sortear tanto para el equipo como para la afición.

Fue hasta la temporada de 2011 bajo la dirección de uno de sus jugadores insignia Matías “El Coyote” Carrillo, ya retirado, pero ahora en el timón del equipo que los Tigres volvieron a ganar el trofeo de campeón de la LMB, sumando así su primera decena. Ese también fue el primero en su sede del sureste del país, el Estadio Beto Ávila, que curiosamente sería el primer inmueble de su historia que no compartían con otro equipo. Aquel año donde destacaron Iker Franco, Reggie Abercrombie, Jorge Campillo, Pedro Castellano, Scott Chiasson, Doug Clark, Scott Dohmann y Seth Etherton barrieron en la final 4 juegos a 0 a los Diablos Rojos del México, una final que logró revivir la pasión por ambas escuadras.

Las últimas dos coronas del club Tigres también se dieron en Cancún en los años 2013 y 2015 de la mano de Roberto “Chapo” Vizcarra, el equipo de 2013 contó con la presencia de un importante grupo de jugadores que a lo largo de su carrera lograron jugar en las ligas mayores y que encabezó Jorge Cantú, pero en el que también estuvieron presentes Alfredo Amezaga, Cory Aldridge, Doug Clark, Fabio Castro, Ismael Valdez, Chris Pettit, Dan Serafini, Horacio Ramirez, Amauri Sanit, Francisco Rodriguez y el veterano y poderoso bateador Karim Garcia.

Mientras que en la campaña de 2015 los Tigres lograrían su última corona gracias a la destacada temporada al bat de Jorge Cantú que conectó 25 cuadrangulares y produjo 100 carreras, el tamaulipeco que brillara en las Ligas Mayores con Tampa, Florida y Texas y que esté año está jugando su última temporada como profesional con los Diablos Rojos del México., esa temporada Pablo Ortega fue el líder de pitcheo del equipo donde también destacaron Francisco Rodríguez, Ramón Ramirez, Rafael Pérez, Francisco Peguero, Amauri Sanit, Delwyn Young, Eugenio Velez, Justin Christian, Alfredo Amezaga, Daniel Cabrera, Jarrett Grube, Karim Garcia y Greg Golson.

Para el otro dueño Carlos Peralta el fin de la aventura beisbolera y del legado de su padre llegaría en febrero de 2017, fecha en la que decidió desligarse del juego de pelota y en el que vendió el club que fundó su padre a un grupo de inversionistas encabezado como ya les he comentado por Fernando “El Toro” Valenzuela, que tiene sobre sus hombros y administración la misión de volver a emular los éxitos del pasado y de restaurar la rivalidad con los Diablos Rojos del México.

casallena@live.com.mx