Así fue el accidente de Roberto Clemente, un final doloroso para la leyenda de MLB

Fueron 12 días lo que duró la búsqueda del cuerpo de Roberto Clemente, un final inesperado y muy doloroso para una de las leyendas de las Grandes Ligas

Así publicó el Diario La Afición de México, el accidente donde murió Roberto Clemente. Foto. Miguel Boada

Miguel Boada Nájera

Cuando Roberto Clemente iba en camino al aeropuerto el domingo 31 de diciembre de 1972, junto con su esposa Vera y su amigo Cristóbal Colón, les dijo que no tenía mucha confianza en las condiciones en que se encontraba el avión en el que viajaría a Nicaragua. La aeronave iba a salir a las 4 de la tarde, pero el piloto se retrasó. Clemente estuvo a punto de cancelar el viaje, aunque finalmente no lo hizo y partirían pasadas las 9 de la noche.

La anterior información fue reportada por la Agencia AP, en una nota firmada por Harold Lidin que salió publicada en el Periódico La Afición en la ciudad de México el 2 de enero de 1973. Así comenzó la historia de una de las muertes más trágicas en el mundo del beisbol.

El domingo 31 de diciembre de 1972, Clemente y cuatro personas más, abordaron un avión de carga cuatrimotor a hélices DC-7 en San Juan, Puerto Rico, que viajaría a Nicaragua... A las 21:22 horas, la aeronave desapareció del radar.

En ese avión iban el piloto (Jerry Geisel), el copiloto (Arthur Rivera, dueño del avión), la estrella ligamayorista, un amigo y un mecánico, quienes llevaban contenedores con alimentos, ropa y medicinas, que eran para los damnificados del terremoto que destruyó Managua el 23 de diciembre. 

El avión se estrelló en las aguas del Océano Atlántico a una milla y media del Aeropuerto Internacional de Isla Verde. Según reportes de la Marina, el problema se presentó justo en el momento en que el aparato viraba hacia la izquierda, una maniobra normal cuando el destino era hacia el norte o el oeste.

Tras el accidente, dos barcos y dos helicópteros comenzaron con la búsqueda del avión con la esperanza de encontrar con vida a los ocupantes, algo sumamente complicado, ya que era de noche y el mar estaba sumamente violento. 

Al llegar la mañana, varias embarcaciones privadas se unieron a la búsqueda, desafiando las condiciones del mar. Miles de personas fueron a la Playa de Boca de Cangrejos para observar el trabajo que realizaban los cuerpos de rescate, esperanzados en que tuvieran éxito.

Con el paso de las horas y los días, pocas cosas se encontraron, solo algunas partes del avión, maletas y chalecos salvavidas, pero no había rastros de los ocupantes. Ante eso, fue necesario la intervención de buzos de la Marina. Tres días después (3 de enero), finalmente se encontró el primer cuerpo, fue el del piloto.


APARECEN MÁS PARTES DEL AVIÓN

El 4 de enero finalmente se pudo hallar la aeronave: estaba a 40 metros de profundidad. Las violentas olas y la poca visibilidad bajo el mar, hicieron muy complicado accesar a ella, pero lo que se confirmó fue que el avión se despedazó al hacer contacto con el agua. Según testimonios recogidos en aquella época, el avión presentó cuatro explosiones antes de caer.

Los trabajos continuaron y fue necesario utilizar un equipo de sistema de sonar, que llegó de Estados Unidos, mismo que ayudó a ubicar la cabina el viernes 5 de enero, pero sin rastro de los otros tres tripulantes. También fueron hallados el fuselaje y la cola, que estaban a 400 metros del lugar donde apareció la cabina.

Se cumplió una semana del accidente y se sabía que era casi imposible encontrar a alguien con vida, pero lo que se quería era hallar los cuerpos de los otros cuatro tripulantes. 

SE ACABÓ LA BÚSQUEDA

El tiempo pasaba y no había resultados, por lo que era inevitable que llegara el momento en que se suspendiera la búsqueda... El viernes 12 de enero se marcó como el último día... y como había sucedido anteriormente, no se tuvo éxito.

Fue entonces cuando ese día se dio la dura y triste noticia: la Marina de Guerra de los Estados Unidos confirmó que abandonaba la búsqueda del cuerpo de Roberto Clemente, del copiloto, de un mecánico y de un amigo del pelotero.

Así, el mar decidió que era en ese sitio en donde el legendario jugador de Grandes Ligas y gran ser humano iba a tener su tumba. Séptima Entrada ​