El único sin hit ni carrera en el Palacio Sultán... que terminó con un 23-0

Recordamos la noche con más magia en la historia del Estadio Monterrey, fue la del 11 de julio de 2012

El único sin hit ni carrera en el Palacio Sultán... que terminó 23-0

Miguel Boada Nájera

La noche del 11 de julio del 2012 es quizá la noche más mágica de los Sultanes en el Estadio Monterrey. Ese día el pitcher mazatleco Walter Silva no sólo lanzó un juego sin hit ni carrera, sino que además los 'Fantasmas Grises' rompieron récord de la mayor diferencia en una pizarra en la historia de la Liga Mexicana de Beisbol (LMB), al ganar 23-0 a los Rieleros de Aguascalientes.

A lo largo de la historia se han lanzado 5 juegos sin hit ni carrera en Monterrey, pero solo uno ha sido en el Palacio Sultán, y fue en esa noche en la que hubo un pacto con los dioses del beisbol para pasar a la historia.


“Ser uno de los jugadores que aparece en la lista de hechos históricos en la liga con ese juego sin hit ni carrera que tiré frente a Aguascalientes, que en ese año también tenía una de las mejores ofensivas, es algo que siempre me voy a llevar, porque uno quiere dejar huella y hacerlo así, es algo indescriptible”, comentó Silva.

Ese día en el Estadio Monterrey todo fue distinto desde el inicio. Ni la pizarra ni la pantalla funcionaban luego de que días atrás una tormenta provocó un corto circuito, por lo que no se podían seguir las estadísticas del juego.

“Solo servía el radar ese día y así salí a pitchear, sin tener la tirilla a la vista”, narra Walter, por lo que no era consciente de lo que estaba haciendo. “En la quinta entrada hicimos un rally de 10 carreras, lo que me hizo pedirle al manager que ya me sacara del juego porque venían series importantes y no quería desgastarme”.

Walter no sabía que tenía sin hit a su rival, solo conocía que Sultanes ya iba apaleando 18-0 a Rieleros con ese rally, una delantera que ya no era alcanzable, lo que lo llevó a seguir insistiendo en querer salir.

“Le pedí otra vez a Lino Rivera (manager) que me sacara porque ya eran muchas carreras y no me dijo nada. En la sexta me volví a acercar para decirle que me sacara porque ya teníamos más ventaja, pero no me dijo nada, así que le dije, ´¿estamos tirando sin hit ni carrera o qué?´ y solo movió la cabeza. Y todo cambió, iba a seguir pitcheando hasta que cayera un hit y pues nunca llegó”, continuó.

Tres bases por bolas y dos errores acabaron con la opción del juego perfecto, pero el No-No se mantuvo hasta la novena tanda.

“En lo que me enfoqué en ese momento fue en recordar cómo les había lanzado en los turnos anteriores para volverlo a hacer así y gracias a Dios funcionó”, explica.

A tres out de concretar la magia, y sabiendo lo que estaba pasado, entonces llegó la hora de actuar.

“Fue una tanda que pasó muy diferente a todas porque recuerdo todos los momentos que se dieron. Ese último out fue frente a Ricardo Gastelum y al tercer pitcheo sacó rola al short stop que era Flavio Romero. Desde que salió la pelota la seguí con la vista todo el tiempo, cómo se fue acercando a él y en cuanto la tomó solo pensaba ´tírala ya, tírala ya´ y tiró a primera para sacar el último out. En cuanto cayó todo fue algo inexplicable, fue una sensación única, una emoción grande porque nunca pasó por mi cabeza que ese juego iba a terminar de esa manera, que iba a ser un juego con el que iba a entrar a la historia”.

Mientras Walter fue el héroe en el centro del diamante, la ofensiva también tuvo números para presumir. Esa explosiva noche superó la mayor diferencia en un juego, que los Diablos Rojos establecieron el 1 de abril de 1986 al vencer 22-0 a Saltillo, teniendo además 29 imparables, seis de ellos cuadrangulares.

En la parte individual, todos los titulares pegaron al menos un hit, destacando Sebastián Elizalde, Édgar Quintero y Heber Gómez con cuatro inatrapables. Karim García también explotó al pegar dos jonrones y producir seis carreras. Todos ellos vapulearon a seis de los siete pitchers que desfilaron en el centro del diamante, ya que solo Mendy López (que es jugador de campo pero que se subió a lanzar), no permitió hit ni carrera. Séptima Entrada